Partimos temprano, con tren en horario y todo el "lujo" europeo, pero cuando llegarmos a Narbonne, escala numero 1, las vias estaban en reparacion y nos subieron a un bondi en vez. Si bien esto nos demoro una hora, valio la pena porque el camino era por campo quebrado de ampinia francesa y los paisajes valen oro.
Cada mini pueblito medieval nos asomabamos a ver si era Carcassonne, y siempre era como una mini tristeza cuando no eran... en eso entramos en una ciudad bastante venida abajo, muy parecida a lo que podria ser Gualeguaychu o Concordia, en Entre Rios. Las dos nos miramos y como jorobando pensamos "ojala esto no sea Carcassonne". La realidad es que no habia posibilidades porque todos los que nos la habian recomendado decian que era un pueblito medieval perdido en el medio de la montania.
Bueno, hete aqui que esta cosa semi ciudad era Carcassonne. El bondio se paro, todos abajo, y nos dejo en una estacionsucha en el medio de esta ciudad/pueblo. Aprovechamos para averiguar como ibamos a huir de ahi al dia siguiente y resulto que no habia pasajes hasta pasado maniana.
Con la mejor de las ondas nos subimos a un mini charter que nos llevaba cerca de nuestro hostel (porque obviamente quedaba lejos)... y luego de un par de minutos de agobiante calor de viajar en la traffic entendimos lo que tiene Carcassonne: una divina ciudad amurallada cual fortaleza sobre una colina donde se conserva todo muy autoctono. Lo mejor: nuestro hostel queda en el medio de esta atigua edad media.
En recepcionista resulto ser lo mejor de Francia so far. Casado con una argentina, desplego el mejor idioma portenio y nos hizo sentir como en casa. Despues de instalarnos y aclimatarnos a la nueva realidad de paisaje y arquitectura, pero por sobre todo a la nueva calidad de turismo, salimos a recorrer hasta que bajo el sol y nos mostro la verdadera magia de Carcassonne.
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