Llegar a Frankfurt fue toda una hazaña... tres vuelos diferentes nos llearon a una ciudad poco prometedora pero que nos encantó. Despegamos en Buenos Aires, despues en Florianopolis y finalmente en San Pablo para llegar a Alemania, primer destino de nuestro viaje de 83 días.
Demás esta decir que el idioma es inentendible y de leerlo, ni hablar, por lo que evidentemente nos pedrimos en nuestro primer trayecto en tren.
Una vez en la ciudad, fuimos al Hostel y nos encontramos con Kanto (amigo de Pola) y salimos a caminar las calles de esta ciudad que es una extraña mezcla entre medieval y moderna, con las clásicas construcciones germanas cargadas de madera en la fachada.
A la tardecita, de la mano de un gigante Starbucks nos sentamos a la orilla del rio que atraviesa la ciudad a bajar revoluciones. De ahi volvimos a pegarnos una ducha, porque cuando baja el sol tambien lo hace la temperatura... una vez limpitas fuimos a un locutorio a darnos por sanas y salvas en nuestras casas y a intentar dormir en un cuarto que compartimos con otras seis mujeres...
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