Día complicado, pero nada que el ingenio no haya podido solucionar. Salimos del hostel sin mapa (una más de las falencias de nuestro hospedaje) y no teníamos la menor idea de cómo llegar a la Plaza Roja. Por si en el post anterior no les quedo claro: no se puede leer ningún cartel en la ciudad y ya verán fotos para constatarlo.
Pero seguimos las indicaciones de dos torres que se veían a lo lejos y que parecían importantes. Hartas de dar vueltas sin saber donde estábamos, llegamos a una reja a traves de la cual fuimos capaces de ver la Iglesia de San Basilio (comunmente confundida con el Kremlin)... no saben la cara de emoción de Millie que no paraba de saltar de la alergría... Si si, habíamos llegado... que largo fue el camino pero finalmente y realmente estamos en Rusia.
Compramos una guia berreta y mal traducida de un puestito en frente a la Plaza (porque insólitamente nadie tiene mapas de la ciudad... cero noción turística del mercado) y nos armamos nuestro propio tour...
Recorrimos la plaza y todos sus edificios durante la mañana y pasado el mediodia almorzamos frente a una fuente en los jardines del oeste del Kremlin. Despues caminamos por las calles centrales de Moscu y volvimos al hostel.
Después de nuestro religioso té volvimos al ruedo y fuimos a la Plaza de los Teatros. Para nuestro desencanto, estaban mayormente cubiertos y en remodelación...
Moscú produce en nosotras una doble sensación. Por momentos uno se olvida que está en Rusia y parecería estar caminando por las angostas calles del centro de Buenos Aires, y por otros aparecen cupulas doradas en todas partes recordándole que esto es Rusia...
Cada segundo que pasamos caminando nos damos cuenta de que nos hace acordar mucho a casa, no solo por los conductores maleducados y malhumorados, sino también porque la gente se viste más como nosotras... con colores más sobrios y no tan eurotrash como lo que veniamos viendo... las caras son mas familiares, aunque el grueso de las mujeres parecen recién salidas de los ochentas, con cabelleras leoninas y mucho maquillaje barato: rouges fuertes, delineadores verdes o platinados, todo muy recargado... se ve que después del comunismo, para los rusos fue un volver a empezar.
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