Cuando ya comenzaba a bajar el sol llegamos a Schwangau, donde, sobre una montaña, se erige el castillo que inspiro a Walt Disney para construir el suyo en Florida. Claramente acá era de los reyes y claramente cuando terminamos de subir el interminable camino a pata, necesitando un pulmotor y una ducha de agua caliente, el castillo estaba cerrado. Lo admiramos desde afuera y partimos rumbo a Fussen donde nos esperaba el mismo destino que la noche anterior: no teníamos dónde dormir, nuestra idea original era parar en Munich.
Terminamos por segunda noche consecutiva, y con la misma suerte, en la casa de una vejita, coleccionista de cuanto objeto en porcelana existiese, que vivía bajo la politica de "mi casa es mi propio castillo en Fussen"... noche más que genial.
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