Anoche cerramos nuestro último dia en Budapest con unos geniales helados, Millie rehizo su valija y nos fuimos a dormir a eso de las 11, bañadas y listas para enfrentar el retorno a la temida estacion de tren (Keleti) y un nuevo viaje en tren.
Clarísimo que para cuando llegamos nadie sabía cuál era nuestro tren y nos subimos a uno que tenía como destino final Berlin (hasta que llegamos a Bratislava creímos que estábamos en el tren equivocado).
Y qué decir de Eslovaquia? Nadie habla inglés, seguimos cambiando de moneda y de idioma, y seguimos sin entender nada... el cambio es un bardo y ante todo sonreimos. Claro que es un placer dejar a los hombres húngaros que te comen con la mirada y volver a la civilización de los buenos modales.
La ciudad acá es chiquita y un rejunte de estilos arquitectónicos, nunca nadie respetá un proyecto de construcción urbana. Históricamente, cada imperio, gobierno y política hizo lo que quizo y eso devino en Bratislava.
Aca tambien pasa el Danubio, pero la costa no es nada que ver a la de Viena, Salzburgo o Budapest... nadie la explotó y esta venida a menos... cabe aclarar que el comunismo por estas tierras reinó hasta hace 15 años...
Pero si bien no hay mucho para hacer llegamos en el fin de semana indicado. Esta noche hay tour de bares y boliches al que gratamente nos uniremos y mañana hay una especie de Gallery Night o mejor dicho Day. Pagando una entrada podes entrar a todos los museos y galerías de arte hasta las 12 de la noche. Imaginense la revolución que causa eso en un continente que suele irse a dormir seis horas antes...
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