miércoles, 14 de mayo de 2008

Dia 7: Salzburgo - Viena


Hoy nos tocó un nuevo dia de viaje. Demás esta decir que viajar en este continente no tiene nada que ver con viajar en Argentina. Cada vagón de tren tiene compartimentos (cabinas) con seis asientos (tres y tres enfrentados). Los asientos son reclinables al punto de que se pueden hacer cama con el de adelante. Los trenes salen puntuales y llegan a destino en horario.
Salimos del hostel a pata, temprano, y obviamente entramos a caminar en direccion contraria... para cuando nos dimos cuenta ya habíamos caminado cuatro cuadras con las mochilas que se hacen cada vez mas pesadas...
Llegamos a la estación justo a tiempo y corrimos hasta el anden. Una vez que subimos nos encontramos con que la gente acá será educada, pero nunca ocupa un solo asiento... pero sí pagan sólo un boleto.
Terminamos en una cabina con dos viejitos amorosos, una señora y su perro, que obvio que iba sentado en un asiento. El viaje fue plasentero, dormimos un buen rato...
Y llegamos a Viena... que desilusión... el dia nublado no ayudaba, la ciudad es grande (en comparación con lo que veníamos viendo) y nuestro Hostel queda lejísimos.
Punto a favor: hoy hay un festival por lo que el transporte público sale gratis. Dejamos las cosas en el cuarto que es increíble y partimos en subte rumbo al centro.
Despues de un largo discernimiento y de un llamado a Gustavo, el padrino de Millie (que esta en Viena), sin mucho éxito, decidimos ir al Belvedere (museo donde disfrutamos de la colección mas grande del mundo de Klimt).
Nos sentamos a descanzar un toque y en eso escuchamos un "Milagros Diaz Mathe, no lo puedo creer". Las dos dimos vuelta la cabeza al mismo tiempo y como si la ciudad fuese un pañuelo, nos encontramos con padrino, la mujer y unos amigos.
Nos invitaron a comer y como el restaurant nos quedaba lejísimos, nos quedamos haciendo tiempo en el centro y después disfrutamos de nuestra primer comida caliente desde que llegamos a Europa. No nos estamos muriendo de hambre, ni cerca... pero disfrutamos de un riquisimo risotto de esparragos con jamon de parma y pasta. Tomamos unas buenas cervezas y nos fuimos a dormir con la cabeza agotada y el estomago contento.
El día concluyo mejor de lo que había empezado y ya nos estamos encariñando con Viena... pero muy de a poquito.

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